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El sector audiovisual no solo posee ese gran poder que es el de la construcción y emisión de mensajes de gran impacto, sino el de contar historias reales que de otro modo no llegarían a nosotros. A este respecto, el género del Documental puede darnos una buena muestra de ello. Hoy, quisiéramos haceros llegar tres grandes ejemplos de ello.

Les glaneurs et le glaneuse [Los espigadores y la espigadora] de la francesa Agnès Varda, estrenado en el año 2002, narra, a través de la propia autobiografía de su directora, el transcurrir de la vida diaria de los marginados sociales a través de un grupo de vagabundos que sobreviven reciclando los objetos que encuentran en la basura y en las chatarrerías. A lo largo de poco más de 75 minutos, Varda trata de concienciar a la audiencia del verdadero valor del reciclaje mostrando cómo lo que para una parte de la sociedad son deshechos, para otra, con mayores necesidades, pueden llegar a ser un auténtico tesoro que les proporciona un modo de vida. La cinta fue celebrada con diversos premios como el de la Asociación de Críticos de Nueva York y Los Ángeles al Mejor Documental.

Otro gran ejemplo que quisiéramos citar es Traperos, un filme de 50 minutos estrenado en 2008, dirigido y producido por la italiana Federica Romeo, que proporcionaba un enfoque diferente —más humano—, a la labor de la Fundación Emaús. Rodado en su mayoría en las localidades navarras de Belzunce, Góngora, Pamplona y Sarasa, no solo plasma la importancia del reciclaje desde una perspectiva medioambiental, sino también humana —la Fundación, durante sus 35 años de existencia, ha propiciado la integración de grupos propensos a la marginación social—.

Por último, pero no menos importante, quisiéramos hablar de una producción de Morena Films y que da título a este artículo. Nos referimos a Los reyes del reciclaje, un documental de 55 minutos sobre como un grupo de jóvenes cubanos que se ganan la vida arreglando objetos. Su consigna, «Las cuatro erres: reducir, reutilizar, reciclar y reparar.» Y es que en Cuba todo se puede arreglar o usar para otra cosa y no hay nada lo suficientemente viejo o estropeado que no se pueda reparar o usar para otro fin. Una auténtica lección de cómo el ingenio es capaz de suplir las carencias materiales y económicas.